UN GRUPO DE PESCADORES FUERON LOS PRIMEROS EN RESCATAR A LOS SOBREVIVIENTES DE LA AVIONETA

Más de 40 horas sobre el fuselaje: sobrevivieron entre caimanes y anacondas.

UN GRUPO DE PESCADORES FUERON LOS PRIMEROS EN RESCATAR A LOS SOBREVIVIENTES DE LA AVIONETA

En medio de la incertidumbre, cuando los radares no daban respuestas y la esperanza se desvanecía entre el barro y la maleza, fueron ellos un grupo de pescadores del Beni quienes llegaron primero.


Las imágenes lo dicen todo. Se observa a Milán Mancilla cruzando un terreno anegado y hostil junto a otros cinco o seis compañeros. Avanzan con dificultad, abriendo camino entre las pajas y la vegetación espesa. Cada paso es una apuesta: no saben qué hay más adelante. Caimanes, y anacondas. Pero siguen. Hasta que los ven. Ahí están. Abrazados sobre el fuselaje de una avioneta, cinco personas con los rostros cubiertos de lodo, visiblemente agotadas, pero con vida.


La noticia recorrió el país como un rayo de esperanza. Eran ellos, los desaparecidos tras el accidente aéreo ocurrido el miércoles 29 de abril. El piloto, tres mujeres y un menor de edad habían resistido más de 40 horas en condiciones extremas, luego de que la aeronave que los transportaba desde Baures hacia Trinidad presentara fallas técnicas y realizara un aterrizaje forzoso en medio de un pantano amazónico.


El joven piloto, entrevistado desde una cama del Hospital de Trinidad, relató el infierno que vivieron. “Unos lagartos nos rodeaban, pero gracias a la gasolina, el olor y la contaminación, no se acercaban”, explicó. Esa circunstancia, insólita y terrible, fue también su salvación.


El rescate no solo fue obra de grandes operativos ni de sofisticada tecnología. Fue el instinto humano, la voluntad y el coraje de hombres y mujeres del lugar, que sin más herramientas que su experiencia con el monte y el agua, se adentraron en la zona. Sin esperar nada a cambio. Sin cámaras, sin aplausos.


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“Yo le dije a un colega que el avión me fallaba, que me iba hacia la izquierda, a unas 60 millas. Intenté buscar una pampa para aterrizar”, contó el piloto. “Lo único que hice fue salvar mi vida y la de los que iban conmigo”.


El país contuvo la respiración durante más de dos días, hasta que llegó la noticia del hallazgo. Las imágenes del rescate muestran a los cinco sobrevivientes siendo transportados entre el lodo y el agua, con lágrimas, abrazos y rostros marcados por el cansancio y el milagro.


El viernes 2 de mayo quedará marcado como el día en que la selva no fue trampa, sino testigo de un acto de supervivencia y humanidad. El día en que los verdaderos héroes no llevaban uniforme, sino botas de caucho y un remo en la mano. Y cuando la esperanza llegó… llegó en una canoa.



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